Cartas a Daniel

Intacto.
2 min readMay 21, 2020

Tratando de dormir y sin lograr conciliar el sueño, doy vueltas en mi cama, el espacio entre mis sábanas es enorme, no sabría describir de otra forma el vacío gigante que se siente en una habitación donde no estás.

Doy vueltas sin parar, estás en mi cabeza y no puedo evitar verte, no importa si tengo los ojos abiertos o cerrados. Tu imagen en mi mente es como una luz, los recuerdos me atacan sin piedad, mientras un calor indescriptible sube rápidamente por todo mi cuerpo. Quisiera preguntarte si alguna vez alguien te ha tocado y has sentido que el roce de su piel te quema.

Mi corazón late a mil. Recuerdo la primera vez que te vi desnudo, saliste de la ducha y con un abrazo mojaste mi vestido, fingí enojarme para disimular que al verte desnudo la primera en mojarse fue mi ropa interior.

Son las 4:30 a.m. y el calor se apodera de mí; recuerdo esa tarde fría donde tu cuerpo cálido estaba sobre mí, recuerdo tu lengua jugando en mi boca, totalmente excitada con tus besos, sentí que me penetraste con fuerza y ahí empezó mi locura.

Son las 4:34 a.m. Miro mi teléfono y veo que respondiste que también me quieres, siento que te quiero más allá de mis deseos carnales de tenerte sobre mí quemando mi piel, sin embargo, el deseo me posee, el calor me invade. Paso mis manos por mi cuello bañado en sudor, siento mi pulso más fuerte que nunca, incluso podría decir que siento cómo la sangre me recorre por las venas hasta llegar entre mis piernas, donde mis labios extrañan que la fuerza de tu erección embista mi vientre hasta saciar estas ganas de ti que no me dejan dormir.

Veo amanecer por mi ventana, deseándote, recordándote, sintiendo rabia conmigo por no tener la capacidad de calmar mis ganas en otro cuerpo, por desear solo tu piel, por no sentir que haya otro capaz de quemar mi cuerpo, solo tú. Pienso en ti, sólo en ti, en esos delirantes momentos de sexo que me hicieron gritar, gemir, llorar y reír al mismo tiempo, porque solo tú me haces sentir que me falta el aire y me haces querer gritar tu nombre: Daniel.

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